Rompecabezas

Cuando era chico me gustaba armaba rompecabezas. Recuerdo que al momento de comenzar todo era un caos. Ninguna ficha parecía encajar y mucho menos formar algo con sentido. Yo solía comenzar por los bordes ya que era mucho más fácil. Al tener el marco podía darme una idea, al menos, del tamaño del rompecabezas. Con paciencia, dedicación y ganas iba probando las piezas mientras trataba de imaginarme la imagen. Muchas veces lo que yo creía no resultaba ser así, sin embargo luego de un tiempo, todo comenzaba a tener sentido.
Hoy me di cuenta que cada uno de nosotros somos las piezas que forman parte de un rompecabezas, y que cada uno tiene una función primordial sin la cual el todo estaría inconcluso. No importa en qué lugar estemos ubicados ni cual sea nuestro color o nuestra forma, ni lo que estemos representando... somos necesarios, cada uno. Y es imposible que otro nos suplante porque cada pieza está diseñada para encajar perfectamente en el sitio apropiado para ella y sus piezas compañeras en una armonía completa que da lugar a la imagen que el rompecabezas terminado demuestra.

Muchas veces me equivocaba al colocar una pieza y quedaba estancado. La frustración me ganaba y ya sin esperanzas abandonaba la tarea. Solía pensar que el rompecabezas no servía, que algo andaba mal, que yo no era capaz de armarlo, que las piezas estaban falladas o que era imposible que todo encaje. Días mas tarde lo retomaba con la mente limpia y me daba cuenta de mi error y me reía de mi mismo y de mis pensamientos. Nada era como yo creía sino que me había confundido y no podía ver con claridad la situación. Miraba todo nuevamente desde otra perspectiva hasta que encontraba la pieza que había ubicado en un lugar incorrecto y todo comenzaba a organizarse otra vez.
En el aparente caos en el que estamos inmersos, ya sea en la vida personal o en un grupo más amplio, todos debemos buscar nuestro lugar para darle sentido a lo que estamos formando. Podemos equivocarnos, podemos colocar una pieza y estar convencidos de que va allí, pero si a raíz de eso, todo comienza a trabarse quizás sería bueno despejar la mente y tratar de mirar desde otra perspectiva. Podemos elegir pensar que es imposible, que no somos capaces, que algo anda mal, que las piezas-personas están falladas, etc. de igual forma, podemos elegir reconocer que nos hemos equivocado, observar las cosas con atención y recomenzar el armado, después de todo fuimos nosotros quienes colocamos las piezas así. O también podemos tirar el rompecabezas, venderlo, regalarlo o peor aún, dejar que otros lo armen por nosotros y luego quejarnos de que no saben como hacerlo o que lo hacen mal. Lo lindo es que existen miles y miles de modelos, formas y tamaños de rompecabezas y millones de formas de armarlos... y todas son válidas.

Me gustaba armar rompecabezas no por el modelo terminado sino por lo entretenido que era colocar las piezas, imaginar y crear.... ahora que escribo esto y que algunas experiencias han colocado amablemente sus huellas sobre mi, me atrevo a pensar en que, quizás, la vida y un rompecabezas no sean tan diferentes.