La mente de aquel ser estaba presa.
Revolviendo una y otra vez el mismo infierno soportaba...
¿Sufría?
Tal vez.
En ocasiones parecía casi muerto.
Ido, ausente...
Marcas oscuras serpenteaban en su rostro cansado.
Ojos vidriosos, carne corroída.
Sinsabores rellenando su existencia.
Y sin embargo... era feliz
...
Desde mi visión, no tenía oportunidad
su vida carecía de sentido.
¿Cómo explicarlo?
Simple:
La felicidad depende de cada uno.
Siempre.
Lo que es bueno para mi puede no serlo para otros...
Y lo bueno para otros puede convertirme en infeliz.
Lentamente aprendo a no opinar sobre tu vida
(a no ser que me preguntes)
mientras río, al escucharte hablar tan convencido sobre mi...
creyéndote poseedor, de todas las respuestas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario