Imposible

IMPOSIBLE ES SOLO UNA PALABRA QUE USAN LOS HOMBRES DEBILES PARA VIVIR FACILMENTE EN EL MUNDO QUE SE LES DIO SIN ATREVERSE A EXPLORAR EL INMENSO PODER QUE TIENEN PARA CAMBIARLO.
IMPOSIBLE NO ES UN HECHO, ES UNA OPINION.
IMPOSIBLE NO ES UNA DECLARACION, ES UN RETO.
IMPOSIBLE ES POTENCIAL, IMPOSIBLE ES TEMPORAL.
IMPOSIBLE ES NADA.

lunes, 3 de septiembre de 2007

La batalla



“Sólo por elegancia hay que levantar el ánimo y apuntarle al mundo como si fuera un arma cargada”.

Así dijo alguien alguna vez y no se equivocó. Es cierto, debemos sacar nuestra artillería de buen humor y desplegar todas nuestras habilidades para combatir al eterno enemigo. Día a día, es necesario entrenarnos en el manejo de la risa o la sonrisa, arma letal contra el mundo gris que apaga la alegría. Con un simple tiro de sonrisa creamos una herida importante en el rival que seguramente deberá esconderse, ocultarse lastimado, y esperar un tiempo para contraatacar. Mientras tanto, es una buena oportunidad para recordar momentos dichosos de nuestra vida ya que estos fortalecen la energía vital de nuestro cuerpo.

Pero ojo, el enemigo acecha, no debemos descuidarnos. Él está agazapado en algún rincón, husmeando el aire, aguardando un momento de debilidad para atacarnos. Luego de un tiempo de paz nos relajamos demasiado, el mundo arremete con fuerza renovada, nos toma por sorpresa, casi nos mata pero logramos esquivarlo y en un último suspiro arrojamos la granada del escape que da en el blanco obligándolo a retroceder. Heridos, jadeando, débiles, nos arrastramos a nuestra trinchera, sabios amigos que sirven de escudo nos ocultan de los ojos asesinos. Poco a poco sanan las heridas. Heridas del mundo lavadas y purificadas por incansables personas que llevan su botiquín de guerra a todas partes, enfermeros de amor incondicionales que devuelven la vitalidad a nuestro ser. Cuando ya nos sentimos renovados salimos otra vez, sin prisa, observando, tratando de ubicar al enemigo. A simple vista no lo hallamos pero igual caminamos con cautela, temiendo cada paso. Sin darnos cuenta nos alejamos del refugio y nos perdemos, nuevamente nos sentimos acechados, oímos el rumor, nuestro cuerpo suda miedo. Sin embargo esta vez no nos toma por sorpresa, esperamos su ataque porque sabemos que no es invencible y porque tenemos armas nuevas. Lo vemos venir arrastrándose por las piedras hacia nosotros, el reflejo de la luz en sus cuchillos nos hace cerrar los ojos y esperar. Ahora ha llegado el momento, está frente a nosotros, nos mira fijamente, está tenso, teme su fin. Estudia nuestro ser y nota que somos fuertes, una nube de miedo le oscurece la cara. Por fin, buscando salvarse, ataca. Nosotros, centrados en el amor, esquivamos cada uno de sus golpes. Con la tranquilidad del que se sabe mas entero y que conoce a su rival desenfundamos un arma letal para él. Lentamente llenamos el cargador de la autoestima y disparamos cinco tiros certeros.

Con la primer bala, la bala de la aceptación, le apuntamos a la pierna izquierda, lo desestabilizamos y aceptamos que una vez nos derrotó, nos lastimó, pero eso fue hace un largo tiempo. Ahora es necesario un segundo tiro. La bala de la transformación penetra en la pierna derecha arrancándole un aullido de dolor. Mientras disparamos recordamos como nuestros amigos ayudaron a forjar esta bala cuando refugiados en la trinchera cambiamos nuestra forma de ser y de actuar frente al mundo. El enemigo arremete, furioso, dolorido, pero nosotros, implacables, disparamos el renacimiento espiritual, aquel que guardamos al abandonar el refugio justo antes de atrevernos a enfrentar al mundo con otros ojos. La tercer bala le da exactamente en el hombro izquierdo. Nuevamente se pone de pie intentando atacarnos pero sin éxito, nosotros, sin piedad, atacamos por cuarta vez con el conocimiento de la verdad, la bala que le atraviesa el hombro derecho haciéndolo caer de espaldas. Con este tiro, él, al igual que nosotros, sabe que ya no tiene oportunidad. Agoniza sin sentido, pide clemencia, llora, y con un último esfuerzo se pone de rodillas. Nos mira desde lo profundo de sus ojos, esos ojos que expresan la maldad de tantos años, esos ojos que vieron morir a tanta gente y que, ahora, ven su propia muerte. Con la seguridad del que conoce la verdad disparamos el último tiro. La bala de la superación. Disparo certero en el centro de la cabeza con el cual el enemigo cae.

Nosotros guardamos el arma como trofeo pero jamás la volveremos a usar, ya no es necesario. Con la quinta bala, el mundo no existe, ya no hay enemigo. Hemos superado al mundo. Y ahora es nuestro deber educar al nuevo mundo para que sirva de ayuda y refugio a toda la gente que habita en él.

No hay comentarios: